Muchas voces

Muchas voces

En este tiempo las opiniones del mundo, aunque parecen inofensivas, pueden moldear nuestro corazón y confundirnos, desviándonos de la verdad de Dios. Recuerda que muchas de estas ideas son «filosofías vacías» que generan temor y ansiedad, y nos alejan de Cristo. Colosenses 2:8 advierte que no debemos dejarnos cautivar por enseñanzas humanas que no están fundamentadas en Cristo. Es un llamado a proteger nuestra fe y enfocarnos en la verdad divina, no en las opiniones del mundo

Un atardecer majestuoso

Un atardecer majestuoso

Contemplamos la belleza del cielo al atardecer y reconocemos la majestad de nuestro Dios, como declara el Salmo 19. Agradecemos el privilegio de tener Su Palabra tan accesible, aunque tantas veces los afanes nos apartan de la verdadera contemplación. Que nuestro corazón valore las Escrituras más que el oro y la miel, permitiendo que transformen nuestra vida. Seamos cartas abiertas; reflejemos Su grandeza y verdad ante quienes nos rodean.

Singularidad en Unidad

Singularidad en Unidad

El mundo promueve el individualismo y la autosuficiencia, sin embargo, Dios nos creó para vivir en comunión. La verdadera fortaleza del creyente surge al unirse con otros en un mismo Espíritu, buscando la unidad que Jesús pidió para sus seguidores. Esta unidad exige humildad, perdón y amor sincero, pues donde los hijos de Dios caminan juntos, allí Él derrama su bendición y vida eterna

Las moscas o el poder de las distracciones

Las moscas o el poder de las distracciones

Las distracciones, como las moscas, invaden nuestra vida y nos roban la paz y el descanso. Sólo cuando aprendemos a alejarlas podemos hallar silencio y espacio para encontrarnos con Dios. Cada momento en comunión, libre de afanes, se convierte en una perla de valor eterno. Pidamos al Señor que nos ayude a vencer todo aquello que nos aparta de lo esencial: su presencia.

Estamos distraídos

Estamos distraídos

Entre el bullicio del mundo, Dios sigue susurrando a quien desea oírle. Las distracciones nos ciegan, pero el silencio abre los ojos del corazón.
Jesús buscaba soledad para orar, hallando allí su fuerza y propósito. También nosotros debemos volver a esa calma donde Su presencia renueva. Solo en Él el alma recobra la paz y la luz que el ruido intenta apagar.

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