Individualismo, independencia, autonomía. Promover la libertad del individuo y satisfacer sus deseos es una de las tendencias generales de occidente. Colocar nuestro ego en el centro por encima de los intereses del colectivo.
Sin embargo, aunque somos diferentes y singulares con un buen propósito, Dios nos creó para vivir en una relación de grupo. Todas las piezas de un motor son distintas y no sirven para mucho en sí por separado pero al unirlas cada una en su lugar correcto y ponerlas en funcionamiento, son muy poderosas.
Además, a los cristianos se nos exhorta a guardar la unidad. Nuestro Señor oró por nuestra unidad, Juan 17:20-22, por una unidad espiritual. Somos únicos y diversos pero unidos en un mismo Espíritu. Y dado que lo que nos une es nuestro Dios, esto mismo es lo que nos separa del mundo, pues no podremos estar unidos ni conformarnos a aquellos que aborrecen al Señor. También nos aleja de otros que aún llamándose cristianos han comprometido el mensaje del evangelio y no viven conforme al Espíritu.
Pero por otro lado, con aquellos que si compartimos el mismo Espíritu somos llamados al perdón, a la reconciliación y a la unidad en aquellos momentos cuando nuestras diferencias son causa de conflicto y separación. No fuimos creados para vivir solos.
¿Tienes el Espíritu de Dios? El Espíritu nos guía a la unidad y para ello necesitamos ser humildes, renunciar al egoísmo y tener un amor ferviente entre hermanos. Recuerda, donde el pueblo de Dios está unido allí envía el Señor bendición y vida eterna.






