El mayor conocimiento que un creyente puede buscar es la comprensión de Dios en toda su grandeza. Pensar en Dios humilla el orgullo, ennoblece la mente y eleva el alma. La meditación constante en Dios trae consuelo, paz y fortaleza en medio de la prueba.
El verdadero servicio a Dios nace del amor, no de la obligación. Sin amor, todo esfuerzo pierde su valor. El mandamiento principal de Dios es amarle a Él y al prójimo, ya que el amor es el fundamento de la vida cristiana. Vuelve a tu primer amor.
Nuestros pensamientos orgullosos y argumentos humanos pueden oponerse a Dios. Somos llamados a someter la mente a la obediencia de Cristo, dejando atrás la autosuficiencia. La humildad, el perdón y la obediencia son claves para alinearnos con Su voluntad.
Aunque deseamos cambios inmediatos, la transformación de la mente es un proceso continuo que Dios perfecciona cada día. No se trata de fuerza de voluntad, sino de alimentar la mente con la Palabra de Dios. Lo que creemos da forma a nuestra vida, y eso comienza con lo que decidimos pensar cada día..
Las lluvias hacen brotar semillas incluso en lugares difíciles, recordándonos que debemos sembrar el evangelio con fe. Así como Jesús dio su vida para dar fruto, nosotros también somos llamados a morir a nosotros mismos para crecer espiritualmente. Al hacerlo, daremos fruto que glorifica a Dios y vida eterna para otros.
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