Todas las iglesias tienen algo en común: “ninguna es perfecta”, ninguna está libre de problemas, ni de conflictos. Sin embargo, puedo decirte que amo profundamente a la iglesia de Cristo, porque también he visto la hermosura de la gracia, el perdón, la restauración, he visto personas transformadas, renovadas.
En la iglesia he encontrado una familia mundial. En la iglesia he encontrado pertenencia, una comunidad de amor, consejos y guía como también exhortación cuando son necesarias. En la iglesia he encontrado modelos a seguir, he encontrado anhelos, sueños y pasiones. Pero sobre todo en la iglesia he encontrado a Jesús.
¡Déjame decirlo de una vez, no existe una congregación perfecta! Y sabes, eso está bien, porque la congregación no debe ser perfecta, es una comunidad de personas imperfectas y pecadoras, pero que tienen algo hermoso en común, un salvador que sí es perfecto.
Colosenses 1:18 dice que Cristo es la cabeza de la iglesia y la iglesia es el cuerpo de Cristo. Esa es la razón por la que siento amor por ella. A pesar de todo, es el lugar donde el perdón, la reconciliación y la redención son el pan de cada día. Es en la iglesia y a través de la iglesia que tú y yo nos convertimos junto con Jesús en el reflejo visible del Dios invisible.
