Vivimos en una sociedad donde el afán en el presente domina nuestros pensamientos, las preocupaciones porque comeremos, o vestiremos, si llegaremos a fin de mes, etc., nos abruman y en muchos casos nos impiden ver las promesas de Dios.
Jesús nos enseña a no vivir afanados. En la parábola del sembrador, El menciona la semilla que cae entre espinos y la ahogan. “Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa”. Marcos 4:19. Así sucede con la Palabra de Dios en nuestra vida cuando dejamos que las preocupaciones ocupen el lugar de la fe.
Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”
1. La Palabra de Dios es viva, pero los afanes la pueden ahogar
2. La Palabra es eficaz, pero las preocupaciones la pueden hacer infructuosa
Por eso Jesús nos exhorta a confiar El sabe de que tenemos necesidad y nos promete que, si buscamos primeramente el Reino de Dios, todas las demás cosas nos serán añadidas.
Como cristianos, no estamos llamados a vivir afanados por lo temporal, sino a mirar con una visión puesta en lo eterno. Sembramos cada día la Palabra, confiando en que a su tiempo dará fruto, los campos están listos. ¿Está nuestro corazón puesto en el afán o la confianza?
Dios nos cuida, su Palabra es suficiente, nuestra labor es seguir sembrando.