El Génesis relata la creación de todas las cosas de los cielos y la tierra. Tras crear a todos los animales, vio Dios que todo era bueno y se propuso crear al hombre a su imagen y semejanza para que señorease sobre la tierra. De manera que tomó polvo de la tierra y formó a un hombre. Después sopló con su aliento en la nariz del hombre y este recibió la vida. Gen 2:7.
Si estamos vivos en este mundo y en el venidero es solo por el aliento de Dios. El aliento de Dios representa el aire que respiramos y al Espíritu de Dios quien con su soplo vital renueva cada día nuestras fuerzas. Necesitamos su aliento.
En un mundo inhóspito lleno de aflicciones, el Espíritu Santo nos alienta y anima a seguir adelante en el camino recto. Cuando debido al cansancio desmayamos y nos falta el aire una vez mas necesitamos recibir su aliento reparador.
Pablo también les dice a los Tesalonicenses que se se alienten los unos a los otros con estas palabras. Alentar significa animar o infundir aliento, esfuerzo o vigor a alguien que está cansado o esforzado. A estos Pablo les alienta con la promesa de la venida de Cristo, pero hay muchas mas palabras con las que nos podemos alentar los unos a los otros.
Hermano y hermana, Dios sabe lo duro que es a veces para ti seguir adelante, pero como aquellos que corren la carrera y están a punto de desmayar del esfuerzo, os alentamos: “No abandones la carrera porque al final te aguarda la victoria”. Seamos nosotros también de aliento para nuestros hermanos. Seamos de aquellos que animan y edifican y no de los que desaniman.
Y también a ti que lees esto te digo: “Esfuérzate y se valiente, no temas ni desmayes porque el Señor te dará la recompensa a su debido tiempo”
