Dios espera de nosotros una obediencia que brota del amor, no del temor. Su mandamiento central es creer en Jesús y amar a los demás. Nuestra obediencia amorosa abre puertas celestiales y mueve el corazón de Dios, quien siempre responde.
Así como las ovejas reconocen y obedecen la voz de su pastor, los creyentes están llamados a escuchar y seguir la voz de Dios. Aunque obedecer no siempre es fácil, hacerlo trae bendición, paz y dirección divina. No se requiere perfección, sino un corazón dispuesto a rendirse cada día a Su voluntad.
Vivimos abrumados por preocupaciones temporales que pueden ahogar la Palabra de Dios en nuestras vidas. Jesús nos enseña a no vivir afanados, sino a confiar en que Dios suplirá nuestras necesidades si buscamos primero su Reino. Como cristianos, estamos llamados a sembrar con fe y a vivir con una visión eterna.
La iglesia no es perfecta, pero es una comunidad donde la gracia, el perdón y la transformación son reales. En ella se encuentra familia, guía, amor y, sobre todo, a Jesús, el único verdaderamente perfecto. Cristo es la cabeza de la iglesia, y a través de ella reflejamos al Dios invisible en un mundo necesitado. Leer mas …
España, como gran parte de Occidente, vive confiada en su progreso, pero es más frágil de lo que cree. Las crisis recientes revelan que no estamos preparados para lo inesperado y necesitamos verdadera luz. Esa luz es el Evangelio de Cristo, única guía segura en medio de la incertidumbre.
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